De la Sala Badabadoc de Barcelona, sala especializada en teatro argentino de la que ya os hemos hablado en otras ocasiones, nos llega esta versión del relato homónimo de la escritora y poeta estadounidense Tess Gallagher (Port Angeles, 1945)
Vamos por partes. En primer lugar, el relato en sí, presentado y adaptado en forma de monólogo por el director Lisandro Penelas y la compañía bonaerense Moscú Teatro (con sala propia, que es una fábrica de creación, y cuatro obras en su haber), un relato excesivo, hiperbólico, en la línea del realismo mágico, con esas sagas familiares que apuran y consumen la vida al máximo.; cuento sin embargo tamizado por el cariño y la calidez de la actriz, Ana Scannapieco, quien imprime al monólogo un aire de candidez y ensoñación que nos hace perdonar las extravagancias egoístas del padre y abuelo, protagonistas indirectos de la historia.
Porque la obra se adentra en el tortuoso camino de la adicción, la decadencia y la decrepitud (la propia autora tuvo un marido que había sido alcóholico), esboza esa figura masculina bochornosa del pasado (por desgracia a veces más actual de lo que debería) en que el hombre abdica de obligaciones, neglige a la familia y se entrega al desenfreno mientras la madre lo sufre con resignación. La actriz, (con un aire de pelirroja anglosajona que le queda como anillo al dedo al personaje, y que casa también perfectamente con el escenario que evoca una granja) no habla con censura de la huida del abuelo a lomos de un caballo o de la interminable partida de cartas del padre, sino con ternura y comprensión, como si todo no fuera más que una chiquillada, una travesura infantil a la que se pone remedio con unos cuantos azotitos. Resulta también un ejercicio interesante la especie de murmullo que entre dientes va repitiendo la protagonista, como alejando pensamientos inoportunos, como si los recuerdos de infancia, de su abuelo y padre, pudieran tener una perspectiva más oscura, como si todo el cariño que vierte la actriz no fuera más que una ensoñación, una máscara ante la que se ocultan, quién sabe, reproches más profundos. También ese susurro puede ser la manera de comunicarse con el caballo invisible que está presente en la obra, y que puede ser el espíritu del abuelo o del padre.

Tess Gallagher
La obra, que lleva cuatro temporadas en Buenos Aires y ha realizado gira argentina, sólo se representa hasta el 9 de septiembre en La Badabadoc de Barcelona. Luego se podrá ver en el Teatro de Las Culturas de Madrid el 11 de septiembre.
PROS DE LA OBRA: El magnetismo del relato y la extraordinaria actuación de la protagonista, que resuelve con solvencia el monólogo. Un monólogo que trasciende, traspasa barreras, que respira sensibilidad y sutileza. Gran versión del relato de Tess Gallagher.
CONTRAS DE LA OBRA: No apta para quien abjure de los monólogos.
Ignasi y Laura.
Web de La Badabadoc – Información sobre “El amante de los caballos”